viernes, 16 de septiembre de 2016

DIY: nuestra primera pintura

Esta semana queríamos explicaros una actividad para aprovechar los últimos fines de semana que quedan de calorcito antes de que entre de pleno el otoño.

El fin de semana pasado, aprovechando que aun podíamos estar en el jardín, preparamos la primera sesión de pintura de Martí. Como muchas maestras de infantil, nos apasiona el arte y ya hacía muchos días que teníamos ganas de empezar este tipo de actividades con nuestro peque. Hemos esperado a que Martí gateara de rodillas para que pudiera moverse de forma autónoma hasta la pintura y por el papel.

La actividad estaba pensada para llevarla a cabo con un bebé de 9 meses. Oh! Pánico! Si se ponen todo en la boca! Como es bien sabido, los bebés exploran el mundo que les rodea a través de su boca, gracias a ella conocen sabores, texturas y propiedades de los objetos. Es algo natural y por lo tanto, evitar que lo hagan es prácticamente imposible y además iría en contra de su evolución. Es por eso que para hacer pintura con Martí preparamos una mezcla comestible pero que a su vez no tuviera un sabor extremadamente agradable, ya que así empezaría a aprender que la pintura no se come. Hay muchas otras maneras de hacer pintura comestible (con yogur por ejemplo), pero muchas de ellas no permiten guardar el resultado final. En cambio, esta mezcla sí que lo permite. Sí, podríamos haber usado una pintura de dedos convencional, pero nuestra idea era dejar experimentar al niño y no tener que estar encima de él. La pintura de dedos ensucia mucho más, y a pesar de que no es tóxica, no está pensada para que el niño se la coma. Además, se trata de una pintura más densa, que se presenta en tarros pequeños y Martí aún no está preparado para mojar la mano para pintar en un tarro tan pequeño de forma autónoma.

Para preparar la pintura usamos agua, sal y harina a partes iguales (con media taza de cada elemento sale bastante pintura). Lo mezclamos muy bien en un bol hasta que quedara una mezcla homogenea. Se puede hacer pintura más o menos densa añadiendo más o menos harina. Luego añadimos unas gotas de colorante alimentario en gel (de Mercadona mismo). En este caso usamos solo los cuatro colores que teníamos: rosa, azul, verde y amarillo. Aunque se pueden hacer muchísimas combinaciones de colores mezclando los cuatro básicos.

Para presentar la actividad pegamos al suelo un trozo grande de papel de embalar. En cuatro platos pusimos la pintura tal y como muestra la foto. 
 

Pusimos a Martí en pañal (desechable para no manchar los de tela) y lo sentamos en medio del papel. Él de forma autónoma se acercó a uno de los platos. Lo cogió, puso la mano, probó la pintura y la esparció por el papel. Cuando terminó con un plato fue a por otro y volvió a seguir el mismo proceso (Coger el plato, poner la mano, probar su contenido y esparcirlo por el papel). Estuvo aproximadamente cinco o diez minutos por plato. Luego estuvo gateando encima del papel y cuando se cansó, se fue.

La producción final fue esta:

En este caso (como en tantos otros), el resultado no era importante, se trataba de que él experimentara, conociera texturas nuevas con diferentes partes del cuerpo, empezara a analizar los colores, pero sobretodo que se lo pasará bien, y sin duda creo que lo hizo. 
 
Finalmente todos nos tiramos a la piscina y así todo quedó limpio en un periquete.

Si no tenéis balcón o jardín para poder hacer pintura en gran formato, una buena idea también es hacerlo en la ducha, ya que permite limpiarlo todo muy fácilmente.
Esperamos que os animéis a probarlo con vuestro peques y nos enseñéis los resultados etiquetandonos con el hastag #dosmamisenconstrucion !!

No hay comentarios:

Publicar un comentario