El
post de hoy es difícil de escribir, hago memoria recordando aquel día y se me
hace un nudo en el estómago (Aroha), pero para que entendáis mejor el porqué de
mis sentimientos, os pondré en antecedentes.
Durante
una época de mi vida, fui una niña muy delgada que daba muchos, muchísimos,
problemas para comer. A menudo estaba enferma sin motivo aparente y alguna que
otra vez había llegado a marearme cogida de la mano de mi madre por la calle.
Pero un día cambié, y toda esa delgadez quedó atrás, y no porqué empezara a
comer mejor, eso lo he conseguido casi a los 30, sino porqué mi metabolismo
cambió. Con los años me vi inmersa en el fantástico mundo de las dietas, creo
que he probado tantas dietas distintas y conozco tan bien la teoría que podría
montar un centro de dietética y nutrición, pero los resultados nunca fueron muy
satisfactorios.
Un
tiempo antes de emprender el camino hacia la maternidad, y siendo consciente
que mi peso no era el adecuado para afrontar un embarazo, decidí “ponerme a
dieta estricta” y acudir regularmente al gimnasio. Pero para mi sorpresa, los
resultados eran casi inexistentes. Si alguien se ha visto en la misma
situación, sabe lo desmoralizador que es pasarse todo el mes a “plancha y
ensalada” (es sólo una expresión, mi dieta era más equilibrada) para perder 100
míseros gramos, y después, comerme una
rebanada de pan con jamón y engordar un quilo, y no, no soy una exagerada esto
me pasaba de verdad y Gina es testigo de ello.
Viendo
que los resultados eran nulos, para la sorpresa de mi médico de cabecera,
decidimos hacer un estudio hormonal para ver si ese era el origen del problema
y… BINGO!! La hormona tiroidea había estado haciendo de las suyas… Así que
empezamos un tratamiento de pastillas y poco a poco las hormonas se fueron
poniendo en su lugar, y aunque el tema peso seguía siendo lento, muy, muy
lento, parecía que algo íbamos avanzando.
Antes
de seguir explicando cómo fue la segunda visita a la clínica, me gustaría
incidir en una pequeña reflexión, unas líneas más adelante entenderéis porqué
la hago. Cuando una pareja o mujer soltera deciden pasar por un tratamiento de
fertilidad, no lo hacen a lo loco, es decir, acostumbra a ser una decisión muy
meditada y hablada. Normalmente, antes de iniciar el proceso, se han planteado
cómo será el camino, hasta donde están dispuestos a llegar, sus inconvenientes,
como harán las cosas y porqué… Aunque ya se sabe que a veces la vida quiere que
las cosas salgan diferentes.
Pues
bien, muy ansiosas, como los niños la noche de reyes, nos dirigimos a nuestra segunda
visita en Fecunmed, ésta ya para empezar con todo el proceso. Después de esperar unos minutos nos hicieron
pasar a una consulta donde nos atendió una ginecóloga, ME tomaron los datos
(si, ignoraron completamente a Gina, como si no estuviera allí) preguntándome
por antecedentes familiares, médicos y poco más; Me hicieron una ecografía, para hacer
recuento ovárico (para quien no lo sepa consiste en hacerte una ecografía
vaginal donde enfocando cada ovario cuentan la reserva folicular que hay, para
así saber si te quedan muchos o pocos óvulos) durante la cual no dejaron
acercarse a Gina y me explicaron todo el proceso a mi como si ella fuera invisible
y hubiera ido yo sola. Por último, me midieron y me pesaron, y ahí surgió el problema.
La
cara de la doctora cambió radicalmente y la presencia de Gina, que hasta el
momento había sido ignorada, se hizo imprescindible para ella. Sin un ápice de
tacto, empezó a decirnos que a las mujeres con sobrepeso estadísticamente les
costaba más quedarse embarazadas y muy probablemente necesitaría más intentos
(cosa que nosotras ya sabíamos pero que no nos importaba, ya que las
estadísticas son eso, estadísticas) y ni corta ni perezosa se quedó mirando a
Gina y le dijo:
-
¿Por qué no te inseminas tú? Al estar delgadita
es mucho mejor y da lo mismo, ¿no?
Nuestras
caras en ese momento tuvieron que ser de escena de cómic. ¿Quién era esa mujer
para decidir qué miembro de la pareja debía quedarse embarazada sin
preguntarnos los motivos de nuestras decisiones? ¿Por qué era un problema necesitar
más intentos si nosotras estábamos dispuestas a pasar por ellos y, sobretodo, a
pagar por ellos? ¿Qué daba lo mismo? Sí, claro, para ella quizás si…
Le
empezamos a dar explicaciones sobre porqué habíamos decidido que sería yo la
primera en pasar por el tratamiento de fertilidad y ella, con cara de pocos
amigos, nos dijo que si esa era nuestra decisión final volviéramos en un par de
meses, después de perder 20 kilos.
Perdona?
Veinte quilos? En dos meses? … Primero de todo que un médico te diga que
pierdas veinte quilos en dos meses no creo que sea nada profesional, cuando es
sabido por doquier que el peso hay que perderlo progresivamente para no sufrir
el efecto rebote y hacerlo de una manera sana.
Segundo, en que peso pretendía que me quedara para entrar dentro de sus
buenas estadísticas? Veinte quilos es una barbaridad!!!
Y
para culminar la visita, al darnos los papeles para hacer el tratamiento, nos
plantaron unos formularios para una mujer sola. Nos dijeron que no tenían formularios
para parejas homosexuales y que siempre usaban esos…
Os podéis
imaginar cómo nos sentimos al salir de la visita. Yo cuando salimos de la consulta
no podía ni hablar. Aguanté como pude y salimos por la puerta. Allí exploté y
no pude para de llorar en mucho rato. Teníamos tantas expectativas en esa
visita… las dos veíamos el momento de ser madres tan cerca… y de pronto, en
menos de una hora todas nuestras energías y fuerzas se esfumaron. Después de la
visita me quedé muy afectada, y de pronto, nuestro proyecto de ser madres se
convirtió en un tema casi tabú. Tras pasar unos días, reflexionando sobre lo
sucedido, nos dimos cuenta de porqué esta clínica tenía tan buenas estadísticas…
Pues vaya especialistas no!!
ResponderEliminarComos muy bien sabeis yo tengo a mi peque graciad a este metodo y en ningun momento me pusieron ni una pega por mi peso, ni me hablaron de estadisticad ni nada parecido.
Y todo y mi peso ( ya sabeis que no soy uns silfide) tuve mucha suerte y me wuede a la primera.
Vaya incomprensivos!!!
Nosotras acabamos de ser mamis de una niña, la inseminacion la hicimos en la clínica CIRH, delante de la corachan (BCN), es una clínica pequeñita y el trato es súper bueno y familiar. Todo súper bien y fue al tercer intento. Suerte familia!
ResponderEliminarHola Desi, muchas gracias por tu comentario. Si nos sigues creo k en breve te gustara mucho uno de nuestros post jeje ;)
ResponderEliminar