En la vida, te puedes enterar de que estas embarazada de
formas muy diversas. Hay mujeres que un día paran en seco y piensan: ¿Cuánto
hace que no me viene la regla? Y se enteran que están embarazadas cuando ya
están de varias semanas. Otras, por el contrario, son conscientes del proceso
desdel primer momento, y entonces las esperas se hacen interminables…
La duración de un embarazo es de 280 días
aproximadamente, aunque normalmente se calcula por semanas. Como muchas mujeres
no pueden precisar el momento de la fecundación, los ginecólogos suelen empezar
a contar las semanas desde el primer día de la última menstruación (40
semanas), teniendo presente que en un ciclo normal la ovulación suele ocurrir
14 días después de esta. Por lo tanto, nuestro feto siempre tendrá dos semanas
menos de las que nos va diciendo el ginecólogo, de ahí que un embarazo dure 9
meses.
Pues bien, una vez vimos el positivo en el test de
embarazo nos pusimos en contacto con la clínica, quienes nos programaron visita
al cabo de dos semanas (cuarta semana desde la inseminación, seis de embarazo)
para confirmar el embarazo a través de una ecografía con la que se podría
escuchar el latido del corazón del feto.
Durante esas dos eternas semanas, Gina y yo vivimos
miedos muy diferentes. Ella estaba preocupada por si el embarazo era múltiple,
ya que habíamos hecho la inseminación con dos folículos maduros. En cambio, mi
preocupación iba más dirigida a que todo estuviera bien, me aterrorizaba que el
embarazo fuera ectópico, que no hubiera latido, que a los pocos días se
produjera un aborto…
Aunque el tiempo parecía no avanzar, llegó el día de la
visita, que con suerte sería la última y tras la cual nos darían el alta en la
clínica.
La visita empezó como todas las anteriores, pero esta vez
al realizar la ecografía mi útero no estaba vacío, en él había una pequeña
célula que latía!!
Así que nos dieron el alta en la clínica y nos fuimos a casa a digerir la nueva etapa en la que entrabamos. Y aunque todo estaba bien, queríamos ser cautas y no ilusionar a nuestras familias por si alguna cosa se torcía, por lo que decidimos mantener el secreto hasta la semana 12 del embarazo, es decir, durante el primer trimestre.
Buff nos quedaban seis largas semanas de miradas
cómplices, sonrisas escondidas y máxima impaciencia.
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